viernes, 29 de agosto de 2014

Mi peregrinar hacia el Bolívar en Invierno

 Generando un significado

Pico Bolívar  4980 msnm
Mukumbary o Pico Bolívar como común mente se le conoce a la mayor altura de Venezuela, siempre ha significado para mí el lugar de donde brotaron  mis más sublimes sueños de ir hacia arriba, tan solo algunos años atrás  soñaba con alcanzar su cima solo por su significado geográfico, tal como lo buscaría un turista ávido de singulares puntos de interés, pero este simple afán se combinaría con ese espíritu indomable de aventura y de querer llegar por mis propios pasos, lo que generó ese orgullo de no ir por ir, de no ir simplemente pagando  una guiatura, si no ir por mis propios medios lo que me llevo a indagar y aprender sobre el senderismo, el montañismo, la escalada y actividades de montaña en general, despertando en mí una pasión por esto de las montañas y provocando sueños que van más allá del Bolívar.

A pesar de haber alcanzado su cumbre por primera vez en abril de 2009, para ese momento ya había descubierto en esto de escalar y “hacer montaña” como mi actividad liberadora por excelencia,  no bastaba con solo su cumbre, quería algo más: “El Bolívar en Invierno”.   Es por muchos sabido que el fenómeno del calentamiento global ha afectado drásticamente las montañas a nivel mundial, Venezuela no escapa de ello, evidencia de esto es precisamente  su máxima altura,  la cual hasta hace algunos años hacía gala de hermosos glaciares y nieves permanentes durante todo el año, que hoy en día se encuentran extintos o bastante reducidos, tanto así que sus vías de escalada más comunes, ubicadas en la pared sur, hoy constituyen netamente una escalada en roca, salvo en temporada de invierno (Julio-Octubre) en la cual la Sierra Nevada de Mérida y sus máximas alturas se tiñen de blanco, casi haciéndonos retroceder esas eras glaciares y por ende suponiendo duros retos de buena escalada alpina.


Pares del Bolívar en Verano
Pared del Bolívar  en Invierno
En lo personal el Bolívar en invierno es la materialización de ese sueño inicial de gran montaña nevada tal como de niño la imaginaba,  luego de 2009 intente en agosto de 2010 mi primer invernal,  junto con Jorge Moreno, un compañero del Centro Excursionista Universitario, club donde hago vida, en aquella salida la inexperiencia en la ruta hizo que nos desviáramos por otro sitio de la pared sur y por ende tuvimos que abortar nuestro intento de cumbre, sin embargo aprovechamos de hacer algunas prácticas para afinar las técnicas de alta montaña, en 2011 volví a alcanzar la cumbre en verano (de nuevo abril)  con  un grupo también del CEU conformado por Rocelie Otero, Enmanuel Murillo, Luis Pico, Francisco Accetura y Maikel Ordaz, aun así mi objetivo no era solo la cumbre si no estudiarme la ruta con miras a un nuevo intento en invernal.

Primera Cumbre Abril 2009
En agosto de ese mismo año, sería el momento para de nuevo intentar el tan ansiado  invernal, pero esta vez con la ruta bien estudiada y mejor nivel de escalada, para este invernal el grupo estaría conformado por Luis Avilés y de nuevo Luis Pico, con este último no solo compartía la motivación de  la escalada alpina, sino también la preparación con miras a realizar ascensiones más técnicas  y afuera de nuestras fronteras. En esta ocasión  habíamos logramos llegar hasta La Ventana, último paso complicado antes de llegar a la cumbre, pero las condiciones de la nieve no nos permitieron continuar, sin embargo nos habíamos dado un pegue excelente y muy emocionante, pese al sabor amargo que siempre supone el regresar sin la cumbre lo habíamos disfrutado.

Pero la montaña de mis sueños se encargaría de darnos una dolorosa experiencia, al día siguiente a la escalada Luis Pico desarrollo un Edema Pulmonar de Altura que combinado a un inclemente clima y desaciertos en las labores de rescate, hicieron que la montaña la trágicamente lo reclamara para ella,  a partir de este punto  a pesar de que esta montaña significa  la génesis de mis sueños, se desarrollaron sentimientos encontrados con ella, significaba una de mis mejores escaladas pero también el recuerdo de la irreparable pérdida de un gran amigo y excelente persona.

Intento en Invernal 2011
A partir de esa experiencia y un periodo de introspección, decidí hacerle caso a una de las frases que me diría Luis Pico días antes de su definitiva partida: “hagamos lo que más nos gusta”, seguí realizando montaña, incluso a nivel internacional con ascensiones en Colombia y Ecuador, y no fue hasta 2013 cuando decidí reencontrarme con la Sierra Nevada en un ascenso al Humboldt, en compañía de Freddy Araujo y Jimmy Nunes, el cual hubo de ser abortado justo llegando al glaciar por amenaza de tormenta eléctrica, un año después volvería al Humboldt junto con Hungría Salgado y Luis Mariño, fue muy emotivo  alcanzar  una cumbre en la Sierra Nevada 2 años después de aquella trágica experiencia, dándome el impulso definitivo para volver tras mi anhelo del Bolívar en invierno y enfrentarme al contraste de mis fantasmas y mis utopías.


El Equipo

De esta forma llego de nuevo agosto, de nuevo la sierra de tiñe de blanco, las noticias provenientes de Mérida nos advertían de un duro invierno acompañado de fuertes ventiscas y el  equipo para afrontarlo seriamos mi persona y dos de esos amigos que se forjan en el frió de las montañas: Freddy Araujo y Jorge Mercado, también miembros del CEU. Con Freddy ya he venido estableciendo una buena amistad y camaradería compartiendo buenos pegues en roca e incluso un viaje internacional al Valle de Viñales en Cuba buscando esas escaladas en lugares interesantes, por su parte Jorge es de esos personajes que a primera vista uno suele juzgar de una manera y termina siendo de otra, había compartido con él una salida de trekking y a partir de allí fuimos generando una franca camaradería.

El Equipo. Foto de Freddy Araujo
Freddy se veía motivado por darse un pegue diferente, de alta montaña, técnico en estilo alpino y Jorge tenía la motivación de querer experimentar “la pela de un invernal”, con Freddy ya he venido ganando confianza por tantas veces asegurándome en la roca y su capacidad analítica, que combinada al entusiasmo de Jorge por aprender y su “humor loco y desproporcionado” nos hacían un equipo bastante completo e interesante, el cual partió rumbo a la ciudad de Mérida el 5 de agosto de 2014, con motivaciones diferentes pero con un solo objetivo, y armados de mucha determinación y fortaleza mental para poder lograrlo.
            

    El comienzo

Llegamos el 6 de agosto al mediodía, luego de un largo viaje desde Caracas, realizamos unas últimas compras en Mérida y fuimos invitados por dos compañeros Luis Sánchez y Luis David Méndez (alias Davicito) a la reunión del Centro de Montañismo Tascuspis,  donde compartimos y pudimos afinar detalles de la excursión ya que Luis y Davicito estarían al igual que nosotros intentando el Bolívar por estos días. En la noche fuimos a Tabay para alojarnos en casa de Luis Avilés con quien tengo una creciente amistad, quizás forjada luego de haber vivido juntos aquella trágica experiencia y de quien a partir de allí he aprendido otras formas de leer montaña, específicamente desde un lado más espiritual.

En la Radio de Los Nevados
El 7 de agosto luego de haber agradecido la apreciada hospitalidad de Luis Avilés y su Esposa, partimos bien temprano desde Tabay, para el traslado utilizamos los servicios de otro buen compañero merideño: Enzo La Marca, con quien se nos hicieron más amenas y joviales las  4 horas  de  dura carretera hacia el místico pueblo de Los Nevados a 2765 msnm, al cual llegamos pasado un poco más del mediodía. Una vez en este pintoresco pueblo, fuimos directo a la Posada de Justina, quien siempre nos trata con gran cariño y jocosidad. Durante la tarde y gracias a que Jorge es amplio conocedor de la zona y de la gente de “su pequeño Tíbet” pudimos entablar más conversaciones de lo común y conocer un poco más de la idiosincrasia del lugar, e incluso fuimos invitados al final de la tarde a la radio comunal del pueblo para hablar de diversos temas y por supuesto de nuestras osadas intensiones.

Empezando a caminar

Los Nevados
Nos despertó el frío  amanecer del 8 de agosto con ganas de iniciar nuestro asenso, luego de desayunar donde Justina a las 7 y media de la mañana, comenzamos nuestro andar por el ancho camino que nos aleja de los Nevados y del último vestigio de civilización que veríamos en nuestra excursión y que nos llevaría hacia el Alto de La Cruz a 4250 msnm, para este tramo del camino utilizamos bestias y un arriero de Los Nevados para llevar nuestros morrales hasta el punto denominado La Moya, un poco más allá del Alto de La Cruz, justo antes de adentrarse en el camino de la Cresta del Gallo, esto nos permitiría llegar más descansados y realizar más cómodamente la primera caminata de aclimatación, el clima se presentaba amenazante de lluvia, típico de invierno, con una nubosidad que no dejaba observar las altas cumbres de la sierra. El Arriero a pesar de haber salido del pueblo casi una hora después que nosotros nos alcanzó en la Quebrada de Montos, justo mientras nos hidratábamos, al tiempo que Jorge y Freddy decidían  quien llevaba mi Bolso de ataque en el siguiente tramo del camino para compartir el esfuerzo. Al llegar al punto conocido como La Pila, ubicada unos metros antes del Alto de la Cruz, volví a tomar mi Bolso mientras Jorge y Freddy acarreaban agua del lugar para abastecernos en el Campamento, el cual ubicamos justo donde las bestias dejaron nuestros morrales, en el sitio donde se erigía el antiguo refugio de La Moya. Pasamos la tarde tratando de observar el camino que tomaríamos al día siguiente, nos deleitamos con unas chuletas y puré que prepararon Freddy y Jorge mientras yo me calmaba un leve dolor de cabeza  producto del abrupto desnivel del día, al finalizar la tarde Jorge saco de su mochila un tablero de ajedrez y a partir de dicho momento empezaría mi hegemonía en dicho juego hasta el final de la excursión.

Amanecer en La Moya
El 9 de agosto amanecería bastante despejado, dándonos una preciosa imagen del Bolívar justo en la puerta de nuestra carpa, el humor característico de Jorge cambiaría por un semblante más serio,  por la expectativa del camino que a partir de allí nos tocaría, el cual era nuevo tanto para el como para Freddy y que por mis referencias era el más complicado para el acercamiento, recogimos rápidamente, desayunamos e iniciamos el ascenso hasta la Cresta del Gallo y hacia la ventana que nos cambia de vertiente, lugar justo donde paramos a descansar y tomar unas fotos de los picos Toro y León así como la  Laguna del Gallo. Luego continuamos nuestro camino por la Cresta del Gallo, donde poco a poco fuimos sorteando algunos pasos expuestos  para luego iniciar el franco ascenso hacia la Explanada de Pico Espejo, Freddy durante el camino fue quedándose algo atrás, preocupándome a ratos por el que tanto le podría pasar factura su falta de disciplina para entrenar, sin embargo siempre se mantuvo firme, constante y fuerte mentalmente. Ya en la parte final para llegar a la Explanada Jorge acelero el paso y fue el primero en divisar los restos de otro antiguo refugio, allí tomamos un respiro ante de continuar por el camino del Cañón del Diablo hasta la base del Bolívar. Hacia bastante tiempo que no estaba por el lugar por lo que buscando la entrada al Cañón del Diablo entre por una garganta que conducía a un arenal  bastante escarpado y que seguramente llevaría a una caída de varios metros, pero justo antes de rectificar obtuve una vista de la pared sur del Bolívar y pude darme una buena idea de la escalada que nos tocaría, cuando en definitiva tomamos el camino correcto hacia el Cañón del Diablo cambiaron drásticamente dos cosas: la primera fue el clima que nos empezó a dar dosis de la fría y fuerte brisa que se estaba reportando para este invierno así como algunas escaramuzas de nevadas y la segunda fue nuevamente el semblante de Jorge quien definitivamente guardo su peculiar humor al fondo de su mochila y se le notaba mucho más serio ante un camino poco habitual para él,  pero que entre otros pasos expuestos y algunos parches de nieve nos llevaría hasta el emplazamiento del antiguo refugio de Albornoz donde ubicamos nuestro campamento base,  justo debajo de la Laguna de Timoncitos, con vista a las canaletas del Bolívar y hacia la travesía y los Picos Humboldt y Bonpland totalmente vestidos de blanco.

Pico Abanico
Esa noche aprontamos los equipos con la firme intención de intentar la cumbre desde bien temprano al día siguiente, pero la madrugada del 10 de agosto  inicio con una espesa niebla, que nos invitó a esperar hasta  una hora más para ver como evolucionaba el clima, pero a las 5:30 am decidimos apostar por el 2do día que teníamos planificado para intentar la cumbre, por lo cual volvimos a las bolsas de dormir hasta que los rayos del sol nos llamaran para salir de la carpa, durante ese día el tiempo fue muy cambiante, a ratos soleaba y a ratos nevaba,  durante la mañana continuo mi hegemonía sobre Freddy y Jorge en el ajedrez hasta que a principios de la tarde escuchamos unos pasos fuera de la carpa, eran Luis Sánchez, Davidcito y  un compañero del Táchira, Kleiderman Colmenares,  quienes estaban llegando al campamento justo con una nevada, ellos habían subido desde el día anterior por la ruta Mucunutan – Loma Redonda, les ayudamos a montar sus carpas y luego de que el clima mejorara salimos a cocinar, y hablar un rato de los planes de ataque a cumbre y deleitarnos con las vistas de potenciales próximos pegues como el Vértigo, Jahn o la que más me cautivo: La Canaleta central del Abanico, totalmente congelada. .

Preparativos

Freddy en el Campo Base
Decididos a compartir el ascenso con los compañeros de Tascuspis, estudiamos un poco la experiencia de cada quien, rápidamente nos dimos cuenta que Kleiderman y yo seriamos los indicados para abrir los distintos largos de la Ruta Weiss, instantáneamente me pedi el largo de Roca Táchira por ser tradicionalmente el paso más determinante y en lo personal el más excitante de la ruta, Kleiderman se decidió por el tramo de La Ventana, otro de los pasos claves para alcanzar la cumbre y solo faltaban repartir Las Escaleras, El Diamante y el tramo final del Balcón y la Chimenea, Kleiderman se decide por las escaleras, y yo estuve a punto de motivar a Freddy para que abriera el largo del Diamante y fuera agarrando experiencia en los pegues tipo alpinos (siempre buscando el Compañero para nuevos proyectos), pero me decante por Luis Sánchez de quien conozco tiene buena experiencia producto de múltiples invernales al Pico Humboldt, a lo que me respondió que al llegar al lugar estudiaría si hacerlo o no, para el tramo final decidimos que nos reuniríamos todos en el tope de La Ventana y allí decidiríamos, de nuevo alistamos los equipos, probamos crampones, dejamos listos los desayunos y nos recogimos bien temprano con la esperanza de un mejor tiempo al día siguiente

Ataque a cumbre, el día que nos regaló la Sierra


Jorge empezando Las Escaleras
Los relojes sonaron a las 4:00 a.m. del 11 de agosto, la visual desde el momento en que abrimos el cierre de la puerta de la carpa no pudo ser más motivante, la actividad de las nubes se remontaba a los llanos de Barinas pero hacia la sierra lucia bastante despejado e iluminado con los últimos reflejos de la creciente Luna llena, 1 hora y 15 minutos nos tomó para alistarnos y desayunar, luchando con el intenso frío típico de las noches despejadas de la Sierra Nevada de Mérida, otro factor motivante para lo que estaba por venir, ya que las bajas temperaturas nos garantizaban un poco más de tiempo con buena nieve y buen hielo, algo que me preocupaba en principio por ser un grupo de 6 personas que debíamos progresar en la ruta. Iniciamos ascenso hacia Timoncitos,  al principio el peso de la cuerda me desbalanceaba el morral de ataque y mermo mi paso, quedando a la par con  Freddy quien se caracteriza por un paso lento en el ascenso, los chicos de Mérida  y Táchira hacían honor a su título de locales, ya que desde un principio alargaron el paso, sobretodo Luis Sánchez que con sus casi 2 mts de estatura goza de una gran zancada, compactamos brevemente a nivel de la Laguna de Timoncitos y seguimos hacia el sector denominado Las Escaleras donde nos fue amaneciendo.

Justo en la base de las escaleras Sánchez se detiene para indicar a los del grupo que son nuevos en la ruta que empezaría la escalada, y me concede el honor de dar unas breves palabras para el inicio, no recuerdo exactamente lo que dije al grupo, solo sé que motive a que diéramos todo de nosotros hasta donde la montaña nos permitiera y que a partir de allí lo disfrutáramos, y entre mis últimas palabras estaba el que en lo personal se lo dedicaba  a un gran amigo (Luis Pico), la cadena de eventos que sucedió al siguiente instante fue totalmente determinante para afrontar la ruta, Sánchez, Davicito y Kleiderman iniciaron en libre un tramo  rocoso de las escaleras y quedamos por un instante solos el grupo CEU, Jorge hizo una pausa y dijo palabras que jamás olvidare y que forjan  grandes lazos de amistad, quizás en un tono algo aireado y no más adecuado pero con la mejor de las intenciones, palabras más palabras menos: “Iván ya basta de tragedias, tienes las capacidades y las condiciones para hacerlo, olvida lo que paso y hazlo”, tras un breve momento de introspección inicie mi ascenso con el primer corazón arrugado del día pero agradeciendo enormemente esas palabras, llegamos al primer campo nevado donde nos colocamos los equipos, Sánchez, Kleiderman y yo rápidamente nos alistamos quizás haciendo gala de nuestra experiencia, y luego esperamos por Davicito, Freddy y Jorge a quienes les hicimos un breve chequeo de los crampones antes de empezar el ascenso.
Freddy en Las Escaleras

Llegado al punto de las escaleras donde se hace necesario  asegurar, Kleiderman lideraba el ascenso ya encordado, tal como habíamos planeado, luego fui yo de segundo  sobre un terreno mixto, al principio de mucha roca y luego con bastante nieve, rápidamente alcanzamos la primera reunión desde donde le indique a Sánchez y Freddy que iniciaran el ascenso mientras Kleiderman llegaba a la 2da reunión de las Escaleras, justo en la base de la gran Canaleta de Roca Táchira, luego progresamos hasta esa reunión Luis Sánchez y yo, Luis me dio la cuerda e inicie abriendo el interesante largo de Roca Táchira,  en principio arranque con exceso de entusiasmo hasta que  Sánchez me grito a modo jocoso  “¡quieto Messneer!”, fue un momento algo gracioso pero seguí firme en  mi progresión, me pase por alto la primera reunión de Roca Táchira ciegamente confiado en que con la cuerda que llevaba llegaría directo a la parte final del tramo, pero justo debajo de la gran pendiente de unos casi  80  grados de inclinación!!, escuche la advertencia de Kleiderman en su curioso acento tachirense: “le queda poca cuerda”, improvisé par de anclajes en hielo y me baje en rappel hasta las cadenas que previamente me había saltado, a donde llego Kleiderman con otra cuerda y desde donde reinicie el ascenso hasta los anclajes, una vez allí fue todo cuestión de técnica y concentración, no conseguí buenas grietas en la roca izquierda para unos buenos emplazamientos, por lo cual decidí confiado en la técnica  y en la última de las estacas que había instalado, ya casi a 4 mts de distancia, segui así mismo hasta las reunión final de Roca Táchira, una vez superado el paso expuesto me pegue hacia la pared rocosa de la izquierda buscando las cadenas, las cuales no conseguía y suponía deberían estar tapadas por el hielo, por lo que instale anclajes con cordinos y empotradores en la roca para que subiera el próximo. Kleiderman fue superando fácilmente la canaleta de Roca Táchira hasta la última de las estacas que coloque como seguro intermedio desde la cual se anclo, me dijo que buscara un poco más arriba las cadenas y me aseguro, a penas retiré los empotradores, para que progresara hasta unos aproximadamente 3 metros donde estaban las ansiadas cadenas.

Abriendo Roca Tachira. Foto de Luis Sanchez
Ya seguro de haber llegado a la última reunión de Roca Táchira, a Kleiderman le costó subir los pasos finales, luego rápidamente lo alcanzó Luis Sánchez y posteriormente Davidcito quien portaba la otra cuerda, le pregunte a Sánchez si se decidiría por abrir el largo del diamante, indiciándole que por la cantidad de nieve las cadenas que sirven de reunión con toda seguridad estarían tapadas y tendría que hacer alguna reunión en Nieve/Hielo o en la pared de roca que se eleva detrás del Diamante hasta la cumbre, adicionalmente hace algunos años que la gran roca conocida como el Diamante esta caída y ladeada, a lo que Luis replico en su peculiar acento merideño “Dele Usted, que Usted está más ducho en anclajes de nieve”, rápidamente dispuse de mis piolets y asegurado por Kleiderman inicie el tramo del Diamante, coloque una estaca justo en la pendiente que cae hacia la canaleta de Roca Táchira y lo demás fue disfrutar, casi que cantando y comiéndome un bocadillo, de un sencillo ascenso por una arista bastante nevada con visual al circo glaciar de Timoncitos, la Garganta Burgoin, el Pico Abanico y a lo lejos el Humboldt con su glaciar mimetizado por las fuertes nevadas de días anteriores. Una vez en el Diamante divise un anclaje en la poca superficie de roca  que estaba descubierta del hielo, con un mallón  ideal para el rappel del descenso, por lo que decidí instalar unas reunión en nieve con par de estacas y teniendo de Backup a la chapa, luego hice el llamado correspondiente para que avanzara el siguiente mientras tomaba algunas fotos y estudiaba el siguiente paso de dificultad: La Ventana.

Davidcito llegando a Roca Tachira

Estudiando La Ventana la note un poco más expuesta que como estaba hace 3 años cuando había intentado mi último invernal junto con Luis Pico y Luis Avilés, pero pensaba “no había porque preocuparse mucho, ese largo le tocaría al pana Kleiderman”, pero como sería un día lleno de sorpresas, pues el 2do en llegar al Diamante fue el mismo Kleiderman quien al ver  hacia la ventana opinó lo mismo que yo y adicionalmente se me señaló un elemento más de consideración: un gran bloque de hielo que cubría totalmente la roca donde se encuentran emplazadas las cadenas que conforma la reunión del diamante, y seguidamente en su peculiar acento tachirense, al que solo le faltaba el “uish”, me dijo “dele Ud. que Ud. esta más duro en hielo y eso está bastante expuesto, deleeee…”, muchas cosas pasaron por mi mente, la primera fue el dejavu del “Dele Ud”, la 2da fue que definitivamente toda la confianza del grupo estaba en mí, esa sensación se mezcló con algo de risa irónica y algo de temor frente a otro los fantasmas que debía enfrentar en mi ascenso al Bolívar, pues la última vez ese mismo paso me había prácticamente sacado a patadas de allí.

De nuevo me hice de mis piolets, no sin antes tomarle unas fotos a Freddy quien venía de 3ro llegando al diamante, e inicie mi ascenso, divise una chapa en una roca descubierta de hielo y pensé que sería el anclaje perfecto para darme seguridad justo antes de la parte más expuesta y complicada, pero llegar a esa chapa a medida que me acercaba también se notaba delicado, pues ya era la hora en que la nieve empieza a aflojarse, volteé hacia mis compañeros y con gravedad en mi voz les comunique la situación “Estoy Cagao!”, pues no concebía llegar a la chapa sin colocar un anclaje antes, pero las estacas estaban repartidas entre la reunión del diamante y el tramo de ascenso desde Roca Táchira, no sabía quién tenía el Deadman que utilice en la canaleta de Roca Táchira para rapelar y hacer el cambio de cuerdas y los empotradores de roca no congeniaban con ninguna fisura, nuevamente voltee y vi llegar al resto del grupo, Jorge cargaba colgando de su arnés mi juego de excéntricos y Davidcito había retirado la estaca y el deadman.
Kleiderman subiendo a las Escaleras

Destrepé de nuevo hacia el diamante pensando en el “fantasma de La Ventana” y pensé mucho en cómo me había mandado a bajar la última vez, equipado de nuevo en el Diamante, tome una gran bocanada de aire enrarecido por los casi 5000 mts de altura y me dije “esta vez tiene que ser diferente”, y vaya que lo fue, tanto que no olvidare la cadena de eventos que sucederían a continuación: protegí en la base de la Ventana con el Deadman, encontré una fisura perfecta para mi excéntrico número 8, con esos dos seguros y algo de tenacidad alcance la chapa  que había visualizado, coloque una cinta larga y me enfrente a la parte final de la ventana, como pude me las arregle para montar una estaca en la base del ultimo escalón y me enfrente a una corta pared de hielo, definida por una especie de cascada, casi casi a punto de extraplomarse, cuidándome de los amenazantes carámbanos de la izquierda utilice mis piolets en modo tracción, note que se fijaban muy bien y que a pesar de la hora el hielo mantenía un buen estado de solidez, mi mente estuvo en blanco por un momento solo deleitándome como se fijaban mis crampones se fijaban al vertical hielo, dando los dos pasos de 4 o 5 movimientos más técnicos y emocionantes de toda la ruta y de mi vida, cuando volví a respirar estaba en el tope de la ventana, aun preocupado por no encontrar las cadenas, pero la providencia, dio el mejor regalo, el bloque de hielo estaba solo de un lado y del otro la reunión totalmente limpia, creo que cuando las vi brillaron con un halo celestial, me ancle y lo demás fue pegar un grito de emoción y satisfacción, voltear la vista hacia El Diamante y ver a mis cinco compañeros totalmente atónitos y envueltos en un silencio que solo se vio roto por la frase de Luis Sánchez “…desde aquí se le ve la sonrisa”, ya lo que quedaba hacia la cumbre era “coser y cantar”,  pero las emociones no paraban allí, pues mientras esperaba a mis compañeros, me deleite con una espectacular y mágica visual, totalmente inesperada de una temporada invernal, hacia la vertiente norte de la Sierra: La ciudad de Mérida y la Sierra de la Culata despejadas y mostrando su esplendor.

Paso de la Ventana
A la ventana arribaron Luis Sánchez y Kleiderman, este último encargado de abrir el final tramo, para el cual nos quitamos los equipos de hielo por ser en su totalidad rocoso, una vez en la ante cumbre  Sánchez, Kleiderman y yo les hicimos un pasillo a Jorge, Davidcito y Freddy quienes por primera vez alcanzaban el tan anhelado techo de Venezuela, adornado por el peculiar busto del Libertador, algunas lágrimas brotaron de mis ojos por todo el peregrinar que había tenido que andar para llegar hasta allí en las condiciones que tanto soñaba, pero lo demás fue fundirse en abrazos de alegría y disfrute por el logro que habíamos obtenido, el típico grito de cumbre y mi típico coscorronazo  al busto de Padre de la Patria (un gesto muy Iván Marcano cada vez que alcanzo la cumbre), pero los logros no serían logros si no bajamos y los contamos, así que el peregrinaje aun no terminaba, había que bajarse de aquí.


Team CEU en la Cumbre
Todo el grupo en la Cumbre. Foto de Luis Sanchez

Bajándonos del techo

El descenso fue algo lento, típico para un grupo tan numeroso y donde se tienen que hacer múltiples rappeles, decidí desde la cumbre quedarme de ultimo quizás por algo de quedarme por momentos solo mientras el ultimo de mis compañeros descendían a modo de meditación, sin embargo no todo sería así de ideal, o por lo menos no hasta Roca Táchira, pues ya el frío y la inactividad de la espera hacia mella en nuestros cansados cuerpos, pero todo transcurrió sin contratiempos de importancia salvo el  gran jalón de orejas acalorado que le di al grupo bajando de Roca Táchira, en parte por el tiempo en espera, el cansancio y el frío que hacia merma en todos, producto de una decisión algo loca del grupo de hacer un destrepe hasta una reunión por no alcanzar las cuerdas, y que se pudo resolver de forma más simple trabajando en una reunión anterior, además que me dejo el trabajo de retirar la cuerda a mí solo en medio del destrepe, justo cuando nos arropaba la noche acompañada de fuerte ventiscas que exacerbaba el ya intenso frío, pero solventada la situación estuvimos todos sanos y salvo en nuestras carpas, con una fría luna llena, dándonos un fraternal abrazo entre los seis por el excelente pegue y excelente trabajo realizado, por todo el equipo.

Kleiderman y Luis en La Ventana


El regreso: el último de los fantasmas

Vista desde La Cumbre
El despertar del 12 de agosto fue algo tardío, producto del cansancio del día anterior, el clima de nuevo se mostraba enrarecido con algunas intermitentes nevadas,  todos teníamos intenciones de regresar ese mismo día tras nuestros pasos, el grupo de  Tascuspis fue más eficiente que nosotros al recoger el campamento y arrancaron entre unos 10 a 15 minutos y una densa niebla de diferencia, el camino hacia el Cañón del Diablo por momentos se nos perdió, pero ese corto desvió nos recordó lo débiles que estábamos luego de la intensa escalada y de haber comido casi nada o poco durante el día anterior, Freddy y yo queríamos salir como fuera de la zona del Bolívar, pero Jorge enérgicamente nos hizo ver nuestra situación, la mejor de las opciones era quedarse descansar, comer bien y salir más temprano al día siguiente directo hacia Los Nevados. El regreso al campamento fue para mí enfrentarme a otro fantasma, un día más en el campamento me recordaba inevitablemente al día de descanso por exactamente las mismas razones (agotamiento luego de la escalada), que pasamos en Avilés y yo con Luis Pico, sin darnos cuenta hasta el final de la tarde que nuestro compañero estaba siendo afectado por la estancia en la altura, y el otro fantasma lo difícil que se pone el camino de salida de Timoncitos cuando todo se tapa, tal cual como me ocurrió aquel 1ro de septiembre mientras salía a buscar ayuda, a regañadientes acepte que la mejor opción era la de Jorge  y sus palabras del día anterior, aun retumbaban en mi psiquis, fueron el mejor paliativo para enfrentar al último de mis fantasmas, y es que desde el día anterior la montaña génesis de mis sueños ya no significaba tragedia, por lo que la tarde transcurrió con normalidad, salvo que Jorge extrañamente desapareció en su mochila evitando que continuara mi hegemonía, de resto estuvimos, comiendo bien, descansando y compartiendo con unos amigos de El Tigre y de Caracas que junto a sus guías Merideños habían intentado infructuosamente la cumbre del Bolívar.
Vista desde La Ventana


El 13 de agosto el clima se presentó un poco más inclemente, con fuertes ventiscas acompañadas de aguanieve, a ratos bastante tapado, pero la decisión del  día anterior fue la mejor de todas, ya que evidentemente estábamos más “fuertes” e incluso más lúcidos, y así afrontamos el retorno el día más duro de todo, climatológicamente hablando, el cual mantuvo su inclemencia por lo menos hasta que llegamos a la explanada de Pico Espejo, una vez nos acercábamos al Alto de La Cruz, la inclemencia del tiempo fue mermando, la Sierra nos estaba mostrando su deseo de querer quedarse sola, ya nos había dado nuestro tiempo ahora era el de ella y así continuamos hasta directo hacia Los Nevados, donde nos esperaba una cálida cena y una cómoda cama donde Justina, terminando así mi peregrinar, agradecido una y mil veces por mis compañeros por haber hecho equipo y haber confiado en mí y permitirme confiar en ellos, y con todos aquellos que siempre han creído sinceramente en mí, al igual que a Dios y su máxima expresión en la montaña por permitirme esta oportunidad de regocijo. Gracias totales y esperando ser participe y narrador de próximas historias.  

Disfrutandome el pegue de La Ventana