Generando un significado
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Pico Bolívar 4980 msnm |
Mukumbary o
Pico Bolívar como común mente se le conoce a la mayor altura de Venezuela,
siempre ha significado para mí el lugar de donde brotaron mis más sublimes sueños de ir hacia arriba,
tan solo algunos años atrás soñaba con
alcanzar su cima solo por su significado geográfico, tal como lo buscaría un
t
urista ávido de singulares puntos de interés, pero este simple afán se
combinaría con ese espíritu indomable de aventura y de querer llegar por mis
propios pasos, lo que generó ese orgullo de no ir por ir, de no ir simplemente
pagando una guiatura, si no ir por mis
propios medios lo que me llevo a indagar y aprender sobre el senderismo, el
montañismo, la escalada y actividades de montaña en general, despertando en mí
una pasión por esto de las montañas y provocando sueños que van más allá del
Bolívar.
A pesar de
haber alcanzado su cumbre por primera vez en abril de 2009, para ese momento ya
había descubierto en esto de escalar y “hacer montaña” como mi actividad
liberadora por excelencia, no bastaba
con solo su cumbre, quería algo más: “El Bolívar en Invierno”. Es por muc
hos sabido que el fenómeno del
calentamiento global ha afectado drásticamente las montañas a nivel mundial,
Venezuela no escapa de ello, evidencia de esto es precisamente su máxima altura, la cual hasta hace algunos años hacía gala de
hermosos glaciares y nieves permanentes durante todo el año, que hoy en día se
encuentran extintos o bastante reducidos, tanto así que sus vías de escalada
más comunes, ubicadas en la pared sur, hoy constituyen netamente una escalada
en roca, salvo en temporada de invierno (Julio-Octubre) en la cual la Sierra
Nevada de Mérida y sus máximas alturas se tiñen de blanco, casi haciéndonos
retroceder esas eras glaciares y por ende suponiendo duros retos de buena
escalada alpina.
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Pares del Bolívar en Verano |
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Pared del Bolívar en Invierno |
En lo personal
el Bolívar en invierno es la materialización de ese sueño inicial de gran
montaña nevada tal como de niño la imaginaba, luego de 2009 intente en agosto de 2010 mi primer invernal, junto con Jorge Moreno, un compañero del Centro
Excursionista Universitario, club donde hago vida, en aquella salida la
inexperiencia en la ruta hizo que nos desviáramos por otro sitio de la pared
sur y por ende tuvimos que abortar nuestro intento de cumbre, sin embargo
aprovechamos de hacer algunas prácticas para afinar las técnicas de alta
montaña, en 2011 volví a alcanzar la cumbre en verano (de nuevo abril) con un
grupo también del CEU conformado por Rocelie Otero, Enmanuel Murillo, Luis
Pico, Francisco Accetura y Maikel Ordaz, aun así mi objetivo no era solo la
cumbre si no estudiarme la ruta con miras a un nuevo intento en invernal.
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Primera Cumbre Abril 2009 |
En agosto de
ese mismo año, sería el momento para de nuevo intentar el tan ansiado invernal, pero esta vez con la ruta bien
estudiada y mejor nivel de escalada, para este invernal el grupo estaría
conformado por Luis Avilés y de nuevo Luis Pico, con este último no solo
compartía la motivación de la escalada
alpina, sino también la preparación con miras a realizar ascensiones más
técnicas y afuera de nuestras fronteras. En esta ocasión habíamos logramos llegar hasta La Ventana, último paso
complicado antes de llegar a la cumbre, pero las condiciones de la nieve no nos
permitieron continuar, sin embargo nos habíamos dado un pegue excelente y muy
emocionante, pese al sabor amargo que siempre supone el regresar sin la cumbre
lo habíamos disfrutado.
Pero la
montaña de mis sueños se encargaría de darnos una dolorosa
experiencia, al día siguiente a la escalada Luis Pico desarrollo un Edema Pulmonar
de Altura que combinado a un inclemente clima y desaciertos en las labores de
rescate, hicieron que la montaña la trágicamente lo reclamara para ella, a partir de este punto a pesar de que esta montaña significa la génesis de mis sueños, se desarrollaron
sentimientos encontrados con ella, significaba una de mis mejores escaladas
pero también el recuerdo de la irreparable pérdida de un gran amigo y excelente
persona.
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Intento en Invernal 2011 |
A partir de
esa experiencia y un periodo de introspección, decidí hacerle caso a una de las
frases que me diría Luis Pico días antes de su definitiva partida: “hagamos lo
que más nos gusta”, seguí realizando mon
taña, incluso a nivel internacional con
ascensiones en Colombia y Ecuador, y no fue hasta 2013 cuando decidí
reencontrarme con la Sierra Nevada en un ascenso al Humboldt, en compañía de Freddy Araujo y Jimmy Nunes, el cual hubo de
ser abortado justo llegando al glaciar por amenaza de tormenta eléctrica, un
año después volvería al Humboldt junto con Hungría Salgado y Luis Mariño, fue
muy emotivo alcanzar una cumbre en la Sierra Nevada 2 años después de aquella trágica experiencia,
dándome el impulso definitivo para volver tras mi anhelo del Bolívar en
invierno y enfrentarme al contraste de mis fantasmas y mis utopías.
El Equipo
De esta forma
llego de nuevo agosto, de nuevo la sierra de tiñe de blanco, las noticias
provenientes de Mérida nos advertían de un duro invierno acompañado de fuertes
ventiscas y el equipo para afrontarlo
seriamos mi persona y dos de esos amigos que se forjan en el frió de las
montañas: Freddy Araujo y Jorge Mercado, también miembros del CEU. Con Freddy
ya he venido estableciendo una buena amistad y camaradería compartiendo buenos
pegues en roca e incluso un viaje internacional al Valle de Viñales en Cuba buscando
esas escaladas en lugares interesantes, por su parte Jorge es de esos
personajes que a primera vista uno suele juzgar de una manera y termina siendo
de otra, había compartido con él una salida de trekking y a partir de allí fuimos
generando una franca camaradería.
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El Equipo. Foto de Freddy Araujo |
Freddy se veía
motivado por darse un pegue diferente, de alta montaña, técnico en estilo
alpino y Jorge tenía la motivación de querer experimentar “la pela de un
invernal”, con Freddy ya he venido ganando confianza por tantas veces
asegurándome en la roca y su capacidad analítica, que combinada al entusiasmo
de Jorge por aprender y su “humor loco y desproporcionado” nos hacían un equipo
bastante completo e interesante, el cual partió rumbo a la ciudad de Mérida el
5 de agosto de 2014, con motivaciones diferentes pero con un solo objetivo, y
armados de mucha determinación y fortaleza mental para poder lograrlo.
El comienzo
Llegamos el 6
de agosto al mediodía, luego de un largo viaje desde Caracas, realizamos unas
últimas compras en Mérida y fuimos invitados por dos compañeros Luis Sánchez y
Luis David Méndez (alias Davicito) a la reunión del Centro de Montañismo
Tascuspis, donde compartimos y pudimos
afinar detalles de la excursión ya que Luis y Davicito estarían al igual que
nosotros intentando el Bolívar por estos días. En la noche fuimos a Tabay para
alojarnos en casa de Luis Avilés con quien tengo una creciente amistad, quizás
forjada luego de haber vivido juntos aquella trágica experiencia y de quien a
partir de allí he aprendido otras formas de leer montaña, específicamente desde
un lado más espiritual.
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En la Radio de Los Nevados |
El 7 de agosto
luego de haber agradecido la apreciada hospitalidad de Luis Avilés y su Esposa,
partimos bien temprano desde Tabay, para el traslado utilizamos los servicios
de otro buen compañero merideño: Enzo La Marca, con quien se nos hicieron más
amenas y joviales las 4 horas de
dura carretera hacia el místico pueblo de Los Nevados a 2765 msnm, al
cual llegamos pasado un poco más del mediodía. Una vez en este pintoresco
pueblo, fuimos directo a la Posada de Justina, quien siempre nos trata con gran
cariño y jocosidad. Durante la tarde y gracias a que Jorge es amplio conocedor
de la zona y de la gente de “su pequeño Tíbet” pudimos entablar más
conversaciones de lo común y conocer un poco más de la idiosincrasia del lugar,
e incluso fuimos invitados al f
inal de la tarde a la radio comunal del pueblo
para hablar de diversos temas y por supuesto de nuestras osadas intensiones.
Empezando a caminar
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Los Nevados |
Nos despertó
el frío amanecer del 8 de agosto con
ganas de iniciar nuestro asenso, luego de desayunar donde Justina a las 7 y
media de la mañana, comenzamos nuestro andar por el ancho camino que nos aleja
de los Nevados y del último vestigio de civilización que veríamos en nuestra
excursión y que nos llevaría hacia el Alto de La Cruz a 4250 msnm, para este tramo
del camino utilizamos bestias y un arriero de Los Nevados para llevar nuestros morrales hasta el punto denominado La Moya, un poco más allá del Alto de La
Cruz, justo antes de adentrarse en el camino de la Cresta del Gallo, esto nos
permitiría llegar más descansados y realizar más cómodamente la primera
caminata de aclimatación, el clima se presentaba amenazante de lluvia, típico
de invierno, con una nubosidad que no dejaba observar las altas cumbres de la
sierra. El Arriero a pesar de haber salido del pueblo casi una hora después que
nosotros nos alcanzó en la Quebrada de Montos, justo mientras nos hidratábamos,
al tiempo que Jorge y Freddy decidían quien
llevaba mi Bolso de ataque en el siguiente tramo del camino para compartir el
esfuerzo. Al llegar al punto conocido como La Pila, ubicada unos metros antes
del Alto de la Cruz, volví a tomar mi Bolso mientras Jorge y Freddy acarreaban agua
del lugar para abastecernos en el Campamento, el cual ubicamos justo donde las
bestias dejaron nuestros morrales, en el sitio donde se erigía el antiguo
refugio de La Moya. Pasamos la tarde tratando de observar el camino que
tomaríamos al día siguiente, nos deleitamos con unas chuletas y puré que
prepararon Freddy y Jorge mientras yo me calmaba un leve dolor de cabeza producto del abrupto desnivel del día, al
finalizar la tarde Jorge saco de su mochila un tablero de ajedrez y a partir de
dicho momento empezaría mi hegemonía en dicho juego hasta el final de la
excursión.
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Amanecer en La Moya |
El 9 de agosto
amanecería bastante despejado, dándonos una preciosa imagen del Bolívar justo
en la puerta de nuestra carpa, el humor característico de Jorge cambiaría por
un semblante más serio, por la
expectativa del camino que a partir de allí nos tocaría, el cual era nuevo tanto
para el como para Freddy y que por mis referencias era el más complicado para
el acercamiento, recogimos rápidamente, desayunamos e iniciamos el ascenso
hasta la Cresta del Gallo y hacia la ventana que nos cambia de vertiente, lugar
justo donde paramos a descansar y tomar unas fotos de los picos Toro y León así
como la Laguna del Gallo. Luego
continuamos nuestro camino por la Cresta del Gallo, donde poco a poco fuimos
sorteando algunos pasos expuestos para
luego iniciar el franco ascenso hacia la Explanada de Pico Espejo, Freddy
durante el camino fue quedándose algo atrás, preocupándome a ratos por el que
tanto le podría pasar factura su falta de disciplina para entrenar, sin embargo
siempre se mantuvo firme, constante y fuerte mentalmente. Ya en la parte final
para llegar a la Explanada Jorge acelero el paso y fue el primero en divisar
los restos de otro antiguo refugio, allí tomamos un respiro ante de continuar
por el camino del Cañón del Diablo hasta la base del Bolívar. Hacia bastante
tiempo que no estaba por el lugar por lo que buscando la entrada al Cañón del
Diablo entre por una garganta que conducía a un arenal bastante escarpado y que seguramente llevaría
a una caída de varios metros, pero justo antes de rectificar obtuve una vista
de la pared sur del Bolívar y pude darme una buena idea de la escalada que nos
tocaría, cuando en definitiva tomamos el camino correcto hacia el Cañón del
Diablo cambiaron drásticamente dos cosas: la primera fue el clima que nos
empezó a dar dosis de la fría y fuerte brisa que se estaba reportando para este
invierno así como algunas escaramuzas de nevadas y la segunda fue nuevamente el
semblante de Jorge quien definitivamente guardo su peculiar humor al fondo de
su mochila y se le notaba mucho más serio ante un camino poco habitual para
él, pero que entre otros pasos expuestos
y algunos parches de nieve nos llevaría hasta el emplazamiento del antiguo
refugio de Albornoz donde ubicamos nuestro campamento base, justo debajo de la Laguna de Timoncitos, con
vista a las canaletas del Bolívar y hacia la travesía y los Picos Humboldt y
Bonpland totalmente vestidos de blanco.
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Pico Abanico |
Esa noche
aprontamos los equipos con la firme intención de intentar la cumbre desde bien
temprano al día siguiente, pero la madrugada del 10 de agosto inicio con una espesa niebla, que nos invitó
a esperar hasta una hora más para ver
como evolucionaba el clima, pero a las 5:30 am decidimos apostar por el 2do día
que teníamos planificado para intentar la cumbre, por lo cual volvimos a las
bolsas de dormir hasta que los rayos del sol nos llamaran para salir de la
carpa, durante ese día el tiempo fue muy cambiante, a ratos soleaba y a ratos
nevaba, durante la mañana continuo mi
hegemonía sobre Freddy y Jorge en el ajedrez hasta que a principios de la tarde
escuchamos unos pasos fuera de la carpa, eran Luis Sánchez, Davidcito y un compañero del Táchira, Kleiderman
Colmenares, quienes estaban llegando al
campamento justo con una nevada, ellos habían subido desde el día anterior por
la ruta Mucunutan – Loma Redonda, les ayudamos a montar sus carpas y luego de que
el clima mejorara salimos a cocinar, y hablar un rato de los planes de ataque a
cumbre y deleitarnos con las vistas de potenciales próximos pegues como el
Vértigo, Jahn o la que más me cautivo: La Canaleta central del
Abanico, totalmente congelada. .
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Freddy en el Campo Base |
Decididos a
compartir el ascenso con los compañeros de Tascuspis, estudiamos un poco la
experiencia de cada quien, rápidamente nos dimos cuenta que Kleiderman y yo seriamos
los indicados para abrir los distintos largos de la Ruta Weiss, instantáneamente me pedi el largo de Roca Táchira por ser tradicionalmente el paso más determinante y en
lo personal el más excitante de la ruta, Kleiderman se decidió por el tramo de
La Ventana, otro de los pasos claves para alcanzar la cumbre y solo faltaban
repartir Las Escaleras, El Diamante y el tramo final del Balcón y la Chimenea,
Kleiderman se decide por las escaleras, y yo estuve a punto de motivar a Freddy
para que abriera el largo del Diamante y fuera agarrando experiencia en los
pegues tipo alpinos (siempre buscando el Compañero para nuevos proyectos), pero
me decante por Luis Sánchez de quien conozco tiene buena experiencia producto
de múltiples invernales al Pico Humboldt, a lo que me respondió que al llegar
al lugar estudiaría si hacerlo o no, para el tramo final decidimos que nos
reuniríamos todos en el tope de La Ventana y allí decidiríamos, de nuevo
alistamos los equipos, probamos crampones, dejamos listos los desayunos y nos recogimos
bien temprano con la esperanza de un mejor tiempo al día siguiente
Ataque a cumbre, el día que nos regaló la
Sierra
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Jorge empezando Las Escaleras |
Los relojes
sonaron a las 4:00 a.m. del 11 de agosto, la visual desde el momento en que
abrimos el cierre de la puerta de la carpa no pudo ser más motivante, la
actividad de las nubes se remontaba a los llanos de Barinas pero hacia la
sierra lucia bastante despejado e iluminado con los últimos reflejos de la
creciente Luna llena, 1 hora y 15 minutos nos tomó para alistarnos y desayunar,
luchando con el intenso frío típico de las noches despejadas de la Sierra
Nevada de Mérida, otro factor motivante para lo que estaba por venir, ya que
las bajas temperaturas nos garantizaban un poco más de tiempo con buena nieve y
buen hielo, algo que me preocupaba en principio por ser un grupo de 6 personas
que debíamos progresar en la ruta. Iniciamos ascenso hacia Timoncitos, al principio el peso de la cuerda me
desbalanceaba el morral de ataque y mermo mi paso, quedando a la par con Freddy quien se caracteriza por un paso lento
en el ascenso, los chicos de Mérida y
Táchira hacían honor a su título de locales, ya que desde un principio
alargaron el paso, sobretodo Luis Sánchez que con sus casi 2 mts de estatura goza
de una gran zancada, compactamos brevemente a nivel de la Laguna de Timoncitos
y seguimos hacia el sector denominado Las Escaleras donde nos fue amaneciendo.
Justo en la
base de las escaleras Sánchez se detiene para indicar a los del grupo que son
nuevos en la ruta que empezaría la escalada, y me concede el honor de dar unas
breves palabras para el inicio, no recuerdo exactamente lo que dije al grupo,
solo sé que motive a que diéramos todo de nosotros hasta donde la montaña nos
permitiera y que a partir de allí lo disfrutáramos, y entre mis últimas
palabras estaba el que en lo personal se lo dedicaba a un gran amigo (Luis Pico), la cadena de
eventos que sucedió al siguiente instante fue totalmente determinante para
afrontar la ruta, Sánchez, Davicito y Kleiderman iniciaron en libre un
tramo rocoso de las escaleras y quedamos
por un instante solos el grupo CEU, Jorge hizo una pausa y dijo palabras que
jamás olvidare y que forjan grandes
lazos de amistad, quizás en un tono algo aireado y no más adecuado pero con la
mejor de las intenciones, palabras más palabras menos: “Iván ya basta de
tragedias, tienes las capacidades y las condiciones para hacerlo, olvida lo que
paso y hazlo”, tras un breve momento de introspección inicie mi ascenso con el
primer corazón arrugado del día pero agradeciendo enormemente esas palabras,
llegamos al primer campo nevado donde nos colocamos los equipos, Sánchez,
Kleiderman y yo rápidamente nos alistamos quizás haciendo gala de nuestra
experiencia, y luego esperamos por Davicito, Freddy y Jorge a quienes les
hicimos un breve chequeo de los crampones antes de empezar el ascenso.
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Freddy en Las Escaleras |
Llegado al
punto de las escaleras donde se hace necesario
asegurar, Kleiderman lideraba el ascenso ya encordado, tal como habíamos
planeado, luego fui yo de segundo sobre
un terreno mixto, al principio de mucha roca y luego con bastante nieve,
rápidamente alcanzamos la primera reunión desde donde le indique a Sánchez y
Freddy que iniciaran el ascenso mientras Kleiderman llegaba a la 2da reunión de
las Escaleras, justo en la base de la gran Canaleta de Roca Táchira, luego
progresamos hasta esa reunión Luis Sánchez y yo, Luis me dio la cuerda e inicie
abriendo el interesante largo de Roca Táchira,
en principio arranque con exceso de entusiasmo hasta que Sánchez me grito a modo jocoso “¡quieto Messneer!”, fue un momento algo
gracioso pero seguí firme en mi
progresión, me pase por alto la primera reunión de Roca Táchira ciegamente
confiado en que con la cuerda que llevaba llegaría directo a la parte final del
tramo, pero justo debajo de la gran pendiente de unos casi 80 grados de inclinación!!, escuche la advertencia de Kleiderman en su
curioso acento tachirense: “le queda poca cuerda”, improvisé par de anclajes en
hielo y me baje en rappel hasta las cadenas que previamente me había saltado, a
donde llego Kleiderman con otra cuerda y desde donde reinicie el ascenso hasta
los anclajes, una vez allí fue todo cuestión de técnica y concentración, no
conseguí buenas grietas en la roca izquierda para unos buenos emplazamientos,
por lo cual decidí confiado en la técnica y en la última de las estacas que había
instalado, ya casi a 4 mts de distancia, segui así mismo hasta las reunión
final de Roca Táchira, una vez superado el paso expuesto me pegue hacia la
pared rocosa de la izquierda buscando las cadenas, las cuales no conseguía y
suponía deberían estar tapadas por el hielo, por lo que instale anclajes con
cordinos y empotradores en la roca para que subiera el próximo. Kleiderman fue
superando fácilmente la canaleta de Roca Táchira hasta la última de las estacas
que coloque como seguro intermedio desde la cual se anclo, me dijo que buscara
un poco más arriba las cadenas y me aseguro, a penas retiré los
empotradores, para que progresara hasta unos aproximadamente 3 metros donde
estaban las ansiadas cadenas.
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Abriendo Roca Tachira. Foto de Luis Sanchez |
Ya seguro de
haber llegado a la última reunión de Roca Táchira, a Kleiderman le costó subir los pasos finales, luego rápidamente lo alcanzó Luis Sánchez y posteriormente
Davidcito quien portaba la otra cuerda, le pregunte a Sánchez si se decidiría
por abrir el largo del diamante, indiciándole que por la cantidad de nieve las
cadenas que sirven de reunión con toda seguridad estarían tapadas y tendría que
hacer alguna reunión en Nieve/Hielo o en la pared de roca que se eleva detrás
del Diamante hasta la cumbre, adicionalmente hace algunos años que la gran roca
conocida como el Diamante esta caída y ladeada, a lo que Luis replico en su
peculiar acento merideño “Dele Usted, que Usted está más ducho en anclajes de
nieve”, rápidamente dispuse de mis piolets y asegurado por Kleiderman inicie el
tramo del Diamante, coloque una estaca justo en la pendiente que cae hacia la
canaleta de Roca Táchira y lo demás fue disfrutar, casi que cantando y
comiéndome un bocadillo, de un sencillo ascenso por una arista bastante nevada
con visual al circo glaciar de Timoncitos, la Garganta Burgoin, el Pico Abanico
y a lo lejos el Humboldt con su glaciar mimetizado por las fuertes nevadas de
días anteriores. Una vez en el Diamante divise un anclaje en la poca superficie
de roca que estaba descubierta del
hielo, con un mallón ideal para el
rappel del descenso, por lo que decidí instalar unas reunión en nieve con par
de estacas y teniendo de Backup a la chapa, luego hice el llamado correspondiente
para que avanzara el siguiente mientras tomaba algunas fotos y estudiaba el
siguiente paso de dificultad: La Ventana.
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Davidcito llegando a Roca Tachira |
Estudiando La Ventana la note un poco más expuesta que como estaba hace 3 años cuando había
intentado mi último invernal junto con Luis Pico y Luis Avilés, pero pensaba
“no había porque preocuparse mucho, ese largo le tocaría al pana Kleiderman”,
pero como sería un día lleno de sorpresas, pues el 2do en llegar al Diamante
fue el mismo Kleiderman quien al ver
hacia la ventana opinó lo mismo que yo y adicionalmente se me señaló un
elemento más de consideración: un gran bloque de hielo que cubría totalmente la
roca donde se encuentran emplazadas las cadenas que conforma la reunión del
diamante, y seguidamente en su peculiar acento tachirense, al que solo le
faltaba el “uish”, me dijo “dele Ud. que Ud. esta más duro en hielo y eso está
bastante expuesto, deleeee…”, muchas cosas pasaron por mi mente, la primera fue
el dejavu del “Dele Ud”, la 2da fue que definitivamente toda la confianza del
grupo estaba en mí, esa sensación se mezcló con algo de risa irónica y algo de
temor frente a otro los fantasmas que debía enfrentar en mi ascenso al Bolívar,
pues la última vez ese mismo paso me había prácticamente sacado a patadas de
allí.
De nuevo me
hice de mis piolets, no sin antes tomarle unas fotos a Freddy quien venía de
3ro llegando al diamante, e inicie mi ascenso, divise una chapa en una roca
descubierta de hielo y pensé que sería el anclaje perfecto para darme seguridad
justo antes de la parte más expuesta y complicada, pero llegar a esa chapa a
medida que me acercaba también se notaba delicado, pues ya era la hora en que
la nieve empieza a aflojarse, volteé hacia mis compañeros y con gravedad en mi
voz les comunique la situación “Estoy Cagao!”, pues no concebía llegar a la
chapa sin colocar un anclaje antes, pero las estacas estaban repartidas entre
la reunión del diamante y el tramo de ascenso desde Roca Táchira, no sabía
quién tenía el Deadman que utilice en la canaleta de Roca Táchira para rapelar
y hacer el cambio de cuerdas y los empotradores de roca no congeniaban con
ninguna fisura, nuevamente voltee y vi llegar al resto del grupo, Jorge cargaba
colgando de su arnés mi juego de excéntricos y Davidcito había retirado la
estaca y el deadman.
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Kleiderman subiendo a las Escaleras |
Destrepé de
nuevo hacia el diamante pensando en el “fantasma de La Ventana” y pensé mucho en
cómo me había mandado a bajar la última vez, equipado de nuevo en el Diamante,
tome una gran bocanada de aire enrarecido por los casi 5000 mts de altura y me
dije “esta vez tiene que ser diferente”, y vaya que lo fue, tanto que no
olvidare la cadena de eventos que sucederían a continuación: protegí en la base
de la Ventana con el Deadman, encontré una fisura perfecta para mi excéntrico
número 8, con esos dos seguros y algo de tenacidad alcance la chapa que había visualizado, coloque una cinta
larga y me enfrente a la parte final de la ventana, como pude me las arregle
para montar una estaca en la base del ultimo escalón y me enfrente a una corta pared
de hielo, definida por una especie de cascada, casi casi a punto de
extraplomarse, cuidándome de los amenazantes carámbanos de la izquierda utilice
mis piolets en modo tracción, note que se fijaban muy bien y que a pesar de la
hora el hielo mantenía un buen estado de solidez, mi mente estuvo en blanco por
un momento solo deleitándome como se fijaban mis crampones se fijaban al
vertical hielo, dando los dos pasos de 4 o 5 movimientos más técnicos y
emocionantes de toda la ruta y de mi vida, cuando volví a respirar estaba en el
tope de la ventana, aun preocupado por no encontrar las cadenas, pero la
providencia, dio el mejor regalo, el bloque de hielo estaba solo de un lado y del
otro la reunión totalmente limpia, creo que cuando las vi brillaron con un halo
celestial, me ancle y lo demás fue pegar un grito de emoción y satisfacción,
voltear la vista hacia El Diamante y ver a mis cinco compañeros totalmente
atónitos y envueltos en un silencio que solo se vio roto por la frase de Luis
Sánchez “…desde aquí se le ve la sonrisa”, ya lo que quedaba hacia la cumbre
era “coser y cantar”, pero las emociones
no paraban allí, pues mientras esperaba a mis compañeros, me deleite con una
espectacular y mágica visual, totalmente inesperada de una temporada invernal,
hacia la vertiente norte de la Sierra: La ciudad de Mérida y la Sierra de la Culata despejadas y mostrando su esplendor.
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Paso de la Ventana |
A la ventana
arribaron Luis Sánchez y Kleiderman, este último encargado de abrir el final
tramo, para el cual nos quitamos los equipos de hielo por ser en su totalidad
rocoso, una vez en la ante cumbre Sánchez, Kleiderman y yo les hicimos un
pasillo a Jorge, Davidcito y Freddy quienes por primera vez alcanzaban el tan
anhelado techo de Venezuela, adornado por el peculiar busto del Libertador,
algunas lágrimas brotaron de mis ojos por todo el peregrinar que había tenido
que andar para llegar hasta allí en las condiciones que tanto soñaba, pero lo
demás fue fundirse en abrazos de alegría y disfrute por el logro que habíamos
obtenido, el típico grito de cumbre y mi típico coscorronazo al busto de Padre de la Patria (un gesto muy
Iván Marcano cada vez que alcanzo la cumbre), pero los logros no serían logros
si no bajamos y los contamos, así que el peregrinaje aun no terminaba, había
que bajarse de aquí.
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Team CEU en la Cumbre |
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Todo el grupo en la Cumbre. Foto de Luis Sanchez |
Bajándonos del techo
El descenso
fue algo lento, típico para un grupo tan numeroso y donde se tienen que hacer
múltiples rappeles, decidí desde la cumbre quedarme de ultimo quizás por algo
de quedarme por momentos solo mientras el ultimo de mis compañeros descendían a
modo de meditación, sin embargo no todo sería así de ideal, o por lo menos no
hasta Roca Táchira, pues ya el frío y la inactividad de la espera hacia mella
en nuestros cansados cuerpos, pero todo transcurrió sin contratiempos de
importancia salvo el gran jalón de
orejas acalorado que le di al grupo bajando de Roca Táchira, en parte por el
tiempo en espera, el cansancio y el frío que hacia merma en todos, producto de
una decisión algo loca del grupo de hacer un destrepe hasta una reunión por no
alcanzar las cuerdas, y que se pudo resolver de forma más simple trabajando en
una reunión anterior, además que me dejo el trabajo de retirar la cuerda a mí
solo en medio del destrepe, justo cuando nos arropaba la noche acompañada de
fuerte ventiscas que exacerbaba el ya intenso frío, pero solventada la
situación estuvimos todos sanos y salvo en nuestras carpas, con una fría luna
llena, dándonos un fraternal abrazo entre los seis por el excelente pegue y
excelente trabajo realizado, por todo el equipo.
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Kleiderman y Luis en La Ventana |
El regreso: el último de los fantasmas
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Vista desde La Cumbre |
El despertar
del 12 de agosto fue algo tardío, producto del cansancio del día anterior, el
clima de nuevo se mostraba enrarecido con algunas intermitentes nevadas, todos teníamos intenciones de regresar ese
mismo día tras nuestros pasos, el grupo de
Tascuspis fue más eficiente que nosotros al recoger el campamento y
arrancaron entre unos 10 a 15 minutos y una densa niebla de diferencia, el
camino hacia el Cañón del Diablo por momentos se nos perdió, pero ese corto
desvió nos recordó lo débiles que estábamos luego de la intensa escalada y de
haber comido casi nada o poco durante el día anterior, Freddy y yo queríamos
salir como fuera de la zona del Bolívar, pero Jorge enérgicamente nos hizo ver
nuestra situación, la mejor de las opciones era quedarse descansar, comer bien
y salir más temprano al día siguiente directo hacia Los Nevados. El regreso al
campamento fue para mí enfrentarme a otro fantasma, un día más en el campamento
me recordaba inevitablemente al día de descanso por exactamente las mismas
razones (agotamiento luego de la escalada), que pasamos en Avilés y yo con Luis
Pico, sin darnos cuenta hasta el final de la tarde que nuestro compañero estaba
siendo afectado por la estancia en la altura, y el otro fantasma lo difícil que
se pone el camino de salida de Timoncitos cuando todo se tapa, tal cual como me
ocurrió aquel 1ro de septiembre mientras salía a buscar ayuda, a regañadientes
acepte que la mejor opción era la de Jorge
y sus palabras del día anterior, aun retumbaban en mi psiquis, fueron el
mejor paliativo para enfrentar al último de mis fantasmas, y es que desde el
día anterior la montaña génesis de mis sueños ya no significaba tragedia, por
lo que la tarde transcurrió con normalidad, salvo que Jorge extrañamente
desapareció en su mochila evitando que continuara mi hegemonía, de resto
estuvimos, comiendo bien, descansando y compartiendo con unos amigos de El
Tigre y de Caracas que junto a sus guías Merideños habían intentado
infructuosamente la cumbre del Bolívar.
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Vista desde La Ventana |
El 13 de
agosto el clima se presentó un poco más inclemente, con fuertes ventiscas
acompañadas de aguanieve, a ratos bastante tapado, pero la decisión del día anterior fue la mejor de todas, ya que
evidentemente estábamos más “fuertes” e incluso más lúcidos, y así afrontamos
el retorno el día más duro de todo, climatológicamente hablando, el cual
mantuvo su inclemencia por lo menos hasta que llegamos a la explanada de Pico
Espejo, una vez nos acercábamos al Alto de La Cruz, la inclemencia del tiempo
fue mermando, la Sierra nos estaba mostrando su deseo de querer quedarse sola,
ya nos había dado nuestro tiempo ahora era el de ella y así continuamos hasta
directo hacia Los Nevados, donde nos esperaba una cálida cena y una cómoda cama
donde Justina, terminando así mi peregrinar, agradecido una y mil veces por mis
compañeros por haber hecho equipo y haber confiado en mí y permitirme confiar
en ellos, y con todos aquellos que siempre han creído sinceramente en mí, al
igual que a Dios y su máxima expresión en la montaña por permitirme esta
oportunidad de regocijo. Gracias totales y esperando ser participe y narrador
de próximas historias.
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Disfrutandome el pegue de La Ventana |